Modo manual y modo automático en tus movimientos

 

La mayoría de nuestros movimientos son automáticos. No precisan una gran activación de los procesos cognitivos superiores.

Los movimientos automáticos son respuestas rápidas y eficaces, aprendidas a base de repetición y práctica. Gracias a que podemos ir en modo automático, somos capaces de la multitarea.

Aprender requiere del modo manual

Cuando aprendemos algo nuevo, precisamos atención y concentración. Cuanto más interesante, más atención prestamos.

La atención es costosa, en energía para nuestro cerebro. Es finita y no podemos mantenerla mucho tiempo. Por ello, el modo manual se activa en ocasiones especiales, cuando necesitamos agudizar nuestros sentidos para aprender y crear sinapsis neuronales nuevas.

Activando el modo manual

¿Cómo podemos activar el modo voluntario consciente?

Para activar la vía cortical y conectar con las áreas cerebrales encargadas de este tipo de movimientos, podemos seguir los siguientes pasos:

1. Reduce tareas.

El cerebro divide la atención que presta a cada articulación cuando estamos en movimientos globales. En movimientos más simples y de una o varias articulaciones, la concentración se dirige a un sólo punto.

2. Entrena tu atención.

Poder dirigir la atención a un movimiento concreto en una posición concreta, va a ser clave para  mejorar el control motor de nuestras acciones. Recuerda, que al poner el foco atencional en un sólo punto, nuestros recursos cognitivos trabajarán en equipo para conseguir lo que le pedimos.

3. El movimiento lento es correctivo.

Los movimientos rápidos están más asociados con los automatismos. Tanto es así, que va a ser muy complicado, para nuestro cerebro, ofrecernos una versión óptima de ese movimiento.

Así, en los movimientos rápidos, estamos favoreciendo las compensaciones derivadas de los automatismos.

Beneficios del movimiento voluntario consciente

1. Mejora de la propiocepción consciente.

Va a ser clave para conocer nuestro cuerpo, aprender a sentirlo y escucharlo. Recopilar información sensorial de calidad para que nuestro cerebro tome decisiones acertadas.

2. Del movimiento tosco al movimiento controlado.

Si prestamos atención a nuestros movimientos, podremos percibir y sentir cuáles de estos movimientos no son fluídos y finos, y así, podremos corregirlos.

Esto va a ser clave para dibujar el movimiento en la corteza motora y realizar movimintos más armónicos. Es aquí cuando conseguimos equilibrar las tensiones musculares y optimizar la postura.

3. La postura corporal.

La postura va a estar condicionada por el control involuntario del cerebro. Tanto es así, que cuando observamos a una persona con una postura inadecuada, nos está aportando mucha información de que la gestión de sus tensiones musculares no es óptima. Si mejoramos el control motor voluntario, las tensiones musculares tenderán a regularse y eso mejorará la relación posicional entre las estructuras articulares.

La clave está en combinar ambos escenarios

Al final todo es buscar el equilibrio. 

Para nosotros, una de las caves del éxito en nuestro método, ha sido combianr el movimiento voluntario consciente y el movimiento ráido automático.

No sólo tratar de mejorar el movimeinto de nuestros clientes es el objetivo, sino que también tratamos de que disfruten y se diviertan en las sesiones. 

Encontrar el equilibrio para cada persona y cada contexto, es quizás una de las tareas más apasionantes y difíciles para un profesional del movimiento y la postura corporal.

Así, te planteamos 3 trucos para conseguirlo:

1. Trata de concienciar a la persona del valor de una buena postura corporal.

2. El movimiento lento voluntario y consciente es el que genera mayores cambios en el equilibrio de tensiones. Demuéstraselo.

3. Combina ambos tipos de movimientos, para aportar aspectos lúdicos y mayor dinamismo en tus sesiones. 

Si consigues que esa persona sonría en tus sesiones, estás consiguiendo mucho.